Crecer rodeado del amor de mis padres, con sus pequeños rituales cotidianos canciones, flores, bailes en la cocina, me enseñó que el amor no es solo un sentimiento fugaz, sino una elección diaria. Años después, al vivir mi propio matrimonio, comprendí que enamorarse una y otra vez de la misma persona requiere dedicación, adaptación y gestos conscientes. Este proyecto nace de esa admiración por el amor maduro: aquel que ha resistido décadas de cambios, responsabilidades y transformaciones personales.
A través de seis parejas (entre 25 y 50 años juntos), exploré cómo el amor se nutre, evoluciona y cristaliza. Sus respuestas, llenas de sabiduría, revelan patrones universales y secretos íntimos.






Las historias de estas parejas revelan que el amor maduro se construye día a día a partir de pequeños gestos, tradiciones compartidas y valores profundos. Cada anécdota y cada respuesta nos recuerda que la esencia del amor reside en la constancia, la amistad, el respeto y la capacidad de reinventarse juntos.
A través de este proyecto fotográfico, he podido capturar no solo imágenes, sino también la esencia de relaciones que han sabido resistir el paso del tiempo y las adversidades, demostrando que el verdadero amor es una aventura diaria. Te invito a conocer cada historia y a dejarte inspirar por la belleza de un amor que se renueva con cada día.
Quise que cada sesión fuera lo más natural posible. Sin luces artificiales, sin posados forzados. Solo una charla cálida, un espacio seguro donde cada pareja pudiera mostrarse tal cual es y compartir su historia con autenticidad.

Nelson y Patricia fueron la primera pareja que retraté. Con 34 años de casados, nos recibieron en su hogar con la calidez que solo el amor profundo puede transmitir. Me compartieron que su fe en Dios y la cercanía con sus hijas han sido pilares fundamentales en su relación. La oración es su momento especial, ya sea en misa los domingos o en casa, y aseguran que incluir a Dios en su matrimonio ha sido su secreto para mantenerse unidos. Para ellos, la verdadera riqueza no está en los bienes materiales, sino en la felicidad de tener a su familia cerca.

Wendy y Jairo se conocieron en su juventud gracias a amigos en común. Desde el primer momento, Jairo supo que ella era el amor de su vida. Para mantener viva la llama, siempre buscan compartir aventuras, apoyarse mutuamente y, sobre todo, comunicarse. Han convertido en un hábito decirse todos los días que se aman, un pequeño gesto que refuerza su conexión.

Isidro y Liliana, ambos de 60 años y con 28 de casados, irradian una energía contagiosa. Se conocieron trabajando como visitadores médicos, y hoy en día, una de sus actividades favoritas es pasear juntos en bicicleta. Durante nuestra conversación, les pregunté cuál es el secreto para un matrimonio no solo duradero, sino feliz. Entre risas, respondieron entre risas : "Sexo y alcohol".
Estas fotos son solo una pequeña ventana hacia el hogar de Isidro y Liliana, pero también un recuerdo inmortalizado de su amor

Nancy y Neiker, ambos de 56 años, recuerdan con alegría el momento en que supieron que serían padres, tras un largo camino intentando concebir. Me compartieron que su relación se ha construido sobre el respeto y la comprensión mutua. Disfrutan de salir a caminar y compartir comidas, pequeños momentos que los conectan. Ahora, con su hijo en la universidad, están redescubriendo la intimidad de vivir juntos como en sus primeros años.

Carmen y Fernando llevan 41 años de casados y, desde el inicio, el humor ha sido parte esencial de su historia. Me contaron que la paciencia, el sentido del humor y la fidelidad han sido los pilares de su amor. Disfrutan de ver televisión juntos, salir a caminar y dar paseos en bicicleta. Una de sus mayores alegrías ha sido el nacimiento de sus hijas, un momento que sigue siendo uno de los más significativos en su vida.
 

Daisi y Tirso llevan 50 años de casados. Su historia comenzó en la secundaria, pero el destino los separó cuando los padres de Daisi decidieron enviarla a estudiar a otra ciudad. Fue allí donde, irónicamente, encontró al amor de su vida. A pesar del tiempo, la chispa entre ellos sigue intacta. Cada atardecer, se sientan juntos frente a la laguna donde viven y alimentan a los patos, un ritual diario que refuerza su unión. Se conocen a la perfección, saben cómo sacarse una sonrisa y han enfrentado juntos los momentos buenos y los desafiantes, siempre recordando el sentimiento que los unió desde el principio
 
Las historias de estas parejas nos recuerdan que el amor maduro se construye día a día con pequeños gestos, tradiciones compartidas y valores profundos. Cada una de estas relaciones demuestra que la esencia del amor reside en la constancia, la amistad, el respeto y la capacidad de reinventarse juntos.
Todos tienen algo en común: dedican tiempo a su relación, sin importar la edad, la actividad o el lugar. Lo importante no es el qué, sino el hecho de reservar un espacio diario para nutrir ese amor que los une.
A través de este proyecto fotográfico, no solo he capturado imágenes, sino la esencia de relaciones que han resistido el paso del tiempo y las adversidades. Espero que estas historias te inspiren a valorar y fortalecer tu propio camino en el amor, recordando que, al final, el verdadero amor es una aventura diaria.